Negociaciones
El terrorismo me repugna. ETA asesina porque sí, sin sentido. Sin opción a conseguir nada, porque cualquier personas sensata sabe que mediante las bombas y los estragos no van a avanzar en lo que sea que quieran, que no está nada claro.
Pero también es cierto que ETA agoniza. Da sus últimos coletazos. Sus comandos son patéticos, sin formación, sin ideas y sin cultura. Sus lineas de mando están deshechas. Su potencial económico, agotado. Su apoyo popular (que es, en definitiva, lo que mantiene viva a cualquier banda terrorista) cada día es más pobre.
Entonces, el Parlamento decide que, si ETA abandona las armas, es el momento de negociar su fin. Su fin, no sus aspiraciones políticas. Y yo me encuentro en una seria dicotomía. Por un lado, el natural deseo de justicia invita a seguir dándoles hostias in-eternum. Por otro lado, el sentido común me dice que, si no hay unas conversaciones, nunca acabará del todo. Policialmente se puede acosar, debilitar, dejarla reducida al 5% de su capacidad. Pero siempre quedará alguien que ponga una bomba, o que asesine a un padre de familia en el portal de su casa cuando lleve a sus hijas al colegio.
Si los ideólogos, los que lavan la mente de los adolescentes vascos, dicen que es hora de dejar de tirar cócteles químicos, será entonces cuando la juventud, por naturaleza revolucionaria y adoctrinable, deje de hacerlo. Si no, siempre habrá inconscientes capaces de dar el paso.
Es por eso que, desde mi humilde punto de vista, si ETA deja de hacer lo único que sabe (he ahí el problema), habría que sentarse a decidir qué pasa después con ellos.
Naturalmente, estoy en contra del más breve acortamiento de condenas, especialmente por delitos de sangre. Y aquellos individuos con órdenes de captura a sus espaldas, deberían afrontar su responsabilidad ante un tribunal.
Las víctimas merecen nuestro respeto y nuestra solidaridad. Pero también la merecen las víctimas que aún no lo son, y que tal vez podamos evitar que lo sean.
En resumen: ETA debe abandonar las armas, y el gobierno debe seguir persiguiendo la delincuencia asesina. Y quizá la Democracia deba ceder en algún punto, por más doloroso que sea, para acabar para siempre con algo que tan poco sentido tiene en nuestros días.
Pero también es cierto que ETA agoniza. Da sus últimos coletazos. Sus comandos son patéticos, sin formación, sin ideas y sin cultura. Sus lineas de mando están deshechas. Su potencial económico, agotado. Su apoyo popular (que es, en definitiva, lo que mantiene viva a cualquier banda terrorista) cada día es más pobre.
Entonces, el Parlamento decide que, si ETA abandona las armas, es el momento de negociar su fin. Su fin, no sus aspiraciones políticas. Y yo me encuentro en una seria dicotomía. Por un lado, el natural deseo de justicia invita a seguir dándoles hostias in-eternum. Por otro lado, el sentido común me dice que, si no hay unas conversaciones, nunca acabará del todo. Policialmente se puede acosar, debilitar, dejarla reducida al 5% de su capacidad. Pero siempre quedará alguien que ponga una bomba, o que asesine a un padre de familia en el portal de su casa cuando lleve a sus hijas al colegio.
Si los ideólogos, los que lavan la mente de los adolescentes vascos, dicen que es hora de dejar de tirar cócteles químicos, será entonces cuando la juventud, por naturaleza revolucionaria y adoctrinable, deje de hacerlo. Si no, siempre habrá inconscientes capaces de dar el paso.
Es por eso que, desde mi humilde punto de vista, si ETA deja de hacer lo único que sabe (he ahí el problema), habría que sentarse a decidir qué pasa después con ellos.
Naturalmente, estoy en contra del más breve acortamiento de condenas, especialmente por delitos de sangre. Y aquellos individuos con órdenes de captura a sus espaldas, deberían afrontar su responsabilidad ante un tribunal.
Las víctimas merecen nuestro respeto y nuestra solidaridad. Pero también la merecen las víctimas que aún no lo son, y que tal vez podamos evitar que lo sean.
En resumen: ETA debe abandonar las armas, y el gobierno debe seguir persiguiendo la delincuencia asesina. Y quizá la Democracia deba ceder en algún punto, por más doloroso que sea, para acabar para siempre con algo que tan poco sentido tiene en nuestros días.
Comentarios
Le democracia no puede ceder ni un ápice. Porque cualquier concesión que implique eludir la legalidad o acortar minimamente los derechos y deberes de los ciudadanos implica concesión política. Y en el caso de ETA sería gracias, unicamente, a los más de 800 muertos que ya cargan sobre sus espaldas.
Ceder es aplacar y hasta cierto punto reconocer que "algo de razón" tenían, ya que debido a sus actos criminales han obtenido algo a cambio.
No, aunque nos duela y nos cueste sangre el camino debe seguir siendo la imposición de nuestra libertad sobre su terror y opresión. Porque no olvidemos que ellos matan porque quieren, porque es su único argumento, porque son incapaces de obrar de otro modo para alcanzar su fin.
Por tanto no puede haber ninguna cesión. Y la única negociación posible debe dirigirnos al cuando depondrán las armas.
Mientras tanto Libertad, Ley y Democracia han de ser nuestros argumentos.
Puede haber más muertes, cierto, pero también, al final, hay Libertad.
Que debemos concederles:
- La independencia del Pais Vasco.
- Que todos sus asesinos cobraran pensiones cuando se jubilen.
- Que les dejaremos cometer delitos menores para que puedan vivir.
- Que no habra revisiones fiscales del grupo Mondragon y de Caja Laboral.
- Perdonar las penas de carcel a todos los presos....
Que piden...Podemos darles una s tierras en el Sahara y que se independicen.
Para llegar a un acuerdo, ambas partes deben ceder...