No vean Tirante el Blanco
Voy mucho al cine. Me gusta y lo disfruto. Ver una película en casa no es comparable. Para la tele se crearon las series, para el cine, las películas.
Mis gustos en cine son amplísimos; casi siempre salgo contento de la proyección. Algunas veces, un poco decepcionado, pero porque la película ya no prometía demasiado desde un principio. Otras veces salgo francamente cabreado, y eso es lo que me ha pasado con "Tirante el Blanco".
Y me siento cabreado porque me han engañado. Me ha engañado el trailer, me han engañado las entrevistas y me ha engañado la crítica de Joaquín Aranda en "El Heraldo de Aragón". Nos han contado que es la peli más cara del cine español, que se ha cuidado el guión, que mezcla terribles batallas con pasajes líricos de indescriptible belleza... Y que le dan una valoración de 4 estrellas sobre 5.
Bueno... Cuando uno ve esa película, observa que los exteriores son planos cortos apuntados hacia el cielo y los tejados. Así se evita que se vean coches y cables de la luz sin gastarse un duro en retoque posterior o en decorados. Los interiores son más profusos en detalles, pero apestar claramente a la España árabe, y jamás a la Constantinopla ortodoxa. Las batallas se llevan a cabo entre una docena de figurantes (siendo optimista) en un claro de bosque de unos doscientos metros cuadrados, como mucho. Se limitan a primeros planos a cámara lenta, donde se aprecia claramente que seis personas levantan sus espadas y las mantienen quietas, y el jinete de turno da mandobles sobre esas espadas como quien toca un xilofón.
El guión es absurdo y es tan penoso que provoca la hilaridad en el cine, con escenas como las del "mamporrero real", cuando una de las siervas de la princesa intenta que los dos protagonistas copulen. Por no hablar de la escena sexual final, claro. Probablemente lo más estúpido que se ha visto jamás en una película pretendidamente seria. El emperador y su mujer comparten cama como en un matrimonio del siglo XXI, con frases y gestos típicos de la actualidad, no de entonces, y si la emperatriz se pasa tres días durmiendo con su nuevo amante en vez de hacerlo con el emperador, nadie se extraña ni la echa en falta.
Entonces me pregunto ¿En qué se ha gastado el dinero Vicente Aranda, por Dios EN QUÉ?. Si no se lo ha gastado en decorados, ni en figurantes, ni en especialistas, ni en postproducción, ni en efectos especiales, ni en un guionista decente... ¿En qué? Una cosa sí que está lograda, y son los vestuarios. Especialmente me han gustado las recreaciones de las ropas de los almogávares que acompañan a Tirante, aunque no los llamen así en ningún momento. Pero dos docenas de uniformes no pueden ser tan absurdamente caros.
Y eso que no hemos hablado de los actores. Con lo malos que son, no pueden ser tan caros. Tan solo Ingrid Rubio y Leonor Watling se salvan, aunque se nota que no se creen su papel, como tampoco lo hacen ninguno de los demás actores, especialmente una patética Victoria Abril a la que, por cierto, le ponen doble de cuerpo cada vez que sale desnuda.
Lo mejor que se puede hacer con esa película: una hoguera, como hicieron con los libros de caballerías el Barbero y el Cura.
Mis gustos en cine son amplísimos; casi siempre salgo contento de la proyección. Algunas veces, un poco decepcionado, pero porque la película ya no prometía demasiado desde un principio. Otras veces salgo francamente cabreado, y eso es lo que me ha pasado con "Tirante el Blanco".
Y me siento cabreado porque me han engañado. Me ha engañado el trailer, me han engañado las entrevistas y me ha engañado la crítica de Joaquín Aranda en "El Heraldo de Aragón". Nos han contado que es la peli más cara del cine español, que se ha cuidado el guión, que mezcla terribles batallas con pasajes líricos de indescriptible belleza... Y que le dan una valoración de 4 estrellas sobre 5.
Bueno... Cuando uno ve esa película, observa que los exteriores son planos cortos apuntados hacia el cielo y los tejados. Así se evita que se vean coches y cables de la luz sin gastarse un duro en retoque posterior o en decorados. Los interiores son más profusos en detalles, pero apestar claramente a la España árabe, y jamás a la Constantinopla ortodoxa. Las batallas se llevan a cabo entre una docena de figurantes (siendo optimista) en un claro de bosque de unos doscientos metros cuadrados, como mucho. Se limitan a primeros planos a cámara lenta, donde se aprecia claramente que seis personas levantan sus espadas y las mantienen quietas, y el jinete de turno da mandobles sobre esas espadas como quien toca un xilofón.
El guión es absurdo y es tan penoso que provoca la hilaridad en el cine, con escenas como las del "mamporrero real", cuando una de las siervas de la princesa intenta que los dos protagonistas copulen. Por no hablar de la escena sexual final, claro. Probablemente lo más estúpido que se ha visto jamás en una película pretendidamente seria. El emperador y su mujer comparten cama como en un matrimonio del siglo XXI, con frases y gestos típicos de la actualidad, no de entonces, y si la emperatriz se pasa tres días durmiendo con su nuevo amante en vez de hacerlo con el emperador, nadie se extraña ni la echa en falta.
Entonces me pregunto ¿En qué se ha gastado el dinero Vicente Aranda, por Dios EN QUÉ?. Si no se lo ha gastado en decorados, ni en figurantes, ni en especialistas, ni en postproducción, ni en efectos especiales, ni en un guionista decente... ¿En qué? Una cosa sí que está lograda, y son los vestuarios. Especialmente me han gustado las recreaciones de las ropas de los almogávares que acompañan a Tirante, aunque no los llamen así en ningún momento. Pero dos docenas de uniformes no pueden ser tan absurdamente caros.
Y eso que no hemos hablado de los actores. Con lo malos que son, no pueden ser tan caros. Tan solo Ingrid Rubio y Leonor Watling se salvan, aunque se nota que no se creen su papel, como tampoco lo hacen ninguno de los demás actores, especialmente una patética Victoria Abril a la que, por cierto, le ponen doble de cuerpo cada vez que sale desnuda.
Lo mejor que se puede hacer con esa película: una hoguera, como hicieron con los libros de caballerías el Barbero y el Cura.
Comentarios
Si es que no haya como hacer experimentos en España con el dinero ajeno.
Da igual si nadie va a ver esta película. En un año el mismo director, los mismos pésimos actores y la misma "productora" (jajajajaja, esta es buena) harán otro bodrio que les saldrá GRATIS.
"Si es que no hay nada como hacer experimentos en España con el dinero ajeno".
Os invitamos a visitarla