Retorciendo la historia
Transcribo un comentario de Yeyo Balbás, escritor, historiador, recreacionista y culto en general, en el foro de Esgrima Antigua:
Vamos a ver, evidentemente toda ideología que pretende una alteración en un determinado status quo político tiende a ser más agresiva, mientras que una meramente conservadora lo es menos. Por otro lado, como ya comenté hace tiempo en el foro abierto, mientras que la identidad nacional española es compatible con otras subidentidades, las identidades creadas por los nacionalismos periféricos son incompatibles con la misma existencia de un nexo común cultural conocido como España. De ahí que su concepción historiográfica les obligue a cometer mayores barrabasadas para justificarse. En otras palabras, que un nacionalista español no tiene por qué negar la existencia de una identidad vasca, pero un nacionalista vasco sí que ha de negar que exista o haya existido una identidad española (en su territorio).
Pero a esto caben infinidad de matizaciones. La primera es que esto lo llevo diciendo desde hace bastantes años sin dudarlo un ápice, pero ahora, con la nueva historiografía delirante y psicotropizada a cargo de los contertulios de la COPE, la cosa ha cambiado bastante y mi opinión se ha modificado considerablemente. Y es que las barbaridades que uno ha tenido la desgracia de oír y leer de César Vidal, Pío Moa y compañía se encuentran a la altura de los mayores delirios de la historiografía-ficción aberztale. Y, pese a lo que pueda parecer, esos libros se venden a toneladas.
La segunda matización también la hice hace tiempo y es que la diferencia entre la historiografía regionalita-cateta, la imperial española y la nacionalista periférica es mucho más difusa de lo que se pretende. Sólo hay que ver la facilidad con la que Sabino Arana modificó a un movimiento fuerista que consideraba a los vascos cristianos viejos y españoles quintaesenciarios, hacia un secesionismo indigenista. Y sólo fue preciso una vuelta de tuerca semejante para que el minoritario nacionalismo asturiano encauzara a Pelayo, Covadonga y a toda la matraca franquista hacia la vertiente del “pueblo oprimido que resiste ahora y siempre al invasor”.
Sólo hay que ver cómo la temática propia del nacionalismo español más rancio es compartida con otras ideologías periféricas, o que éstas busquen un equivalente: el mito se conserva, sólo cambia su significación, es decir, el sentido político que se le da. Y una vez que un mito se ha asentado dentro de una sociedad, su interpretación política variará hacia la ideología que dicha sociedad posea de forma mayoritaria.
En España confluyen dos factores para que esto ocurra de forma especial, por un lado que el nivel de conocimientos en Historia es bajo y, por otro, que aquí la gente cree lo que quiere creer. Aquí la mayoría no se lee un periódico para buscar información, sino para que le cuenten lo que quiere oír. Y es que el valor de un mito (sea histórico o no) reside precisamente en la capacidad que tiene para dar sentido al mundo en el que se vive, o se quiere vivir. Si yo tengo tirria a los moros, aplaudiré el libro “España frente al Islam” de César Vidal, pues es el que dice la verdad –mi verdad- mientras que Claudio Sánchez Albornoz o Menéndez Pidal serán progres vendidos a lo políticamente correcto, por mucho que fueran de derechas, pues llegaron a afirmar (qué atrevimiento) que la sociedad hispanomusulmana era más refinada y culta que la nuestra.
Seguramente, la creencia de que Viriato fue zamorano no tiene más trascendencia que un mero acto de chauvinismo. Sin embargo, el regionalismo castellano (o castellano-leonés), en su vertiente más marcada, posee unos tintes melancólicos, crepusculares y milenaristas que se encuentran a la altura de todos nacionalismos periféricos: un pasado glorioso perdido a causa de un status quo político actual, que es completamente artificial, del que son responsables los XXX (léase lo que se tercie) que será reinstituido gracias a XXX (aplíquese lo más oportuno).
De nuevo, al igual que con Zamora, estoy poniendo este ejemplo al tratarse de un territorio que difícilmente puede considerarse “periférico”
En todo caso, mis anteriores comentarios no proceden de un análisis estructural de la ideología nacionalista, del tipo realizado por antropólogos como Juan Aranzadi. Estábamos hablando de mitos o falsedades objetivas, sin analizar la función que eventualmente puedan cumplir dentro de una ideología, que pueden ser rebatidos mediante un artículo en prensa de una página, que es lo que hace Pérez-reverte.
¿Y qué puedo añadir yo ante tanta sabiduría y tan bien expresada?
Da gusto leerlo, y más en una "discusión" entre personas con diferentes puntos de vista, pero cultos y sin extremismos, cuidando la Verdad Histórica y sin querer re-inventar la Realidad y el Pasado como hacen los acólitos del PP, del PNV o de ERC.
Vamos a ver, evidentemente toda ideología que pretende una alteración en un determinado status quo político tiende a ser más agresiva, mientras que una meramente conservadora lo es menos. Por otro lado, como ya comenté hace tiempo en el foro abierto, mientras que la identidad nacional española es compatible con otras subidentidades, las identidades creadas por los nacionalismos periféricos son incompatibles con la misma existencia de un nexo común cultural conocido como España. De ahí que su concepción historiográfica les obligue a cometer mayores barrabasadas para justificarse. En otras palabras, que un nacionalista español no tiene por qué negar la existencia de una identidad vasca, pero un nacionalista vasco sí que ha de negar que exista o haya existido una identidad española (en su territorio).
Pero a esto caben infinidad de matizaciones. La primera es que esto lo llevo diciendo desde hace bastantes años sin dudarlo un ápice, pero ahora, con la nueva historiografía delirante y psicotropizada a cargo de los contertulios de la COPE, la cosa ha cambiado bastante y mi opinión se ha modificado considerablemente. Y es que las barbaridades que uno ha tenido la desgracia de oír y leer de César Vidal, Pío Moa y compañía se encuentran a la altura de los mayores delirios de la historiografía-ficción aberztale. Y, pese a lo que pueda parecer, esos libros se venden a toneladas.
La segunda matización también la hice hace tiempo y es que la diferencia entre la historiografía regionalita-cateta, la imperial española y la nacionalista periférica es mucho más difusa de lo que se pretende. Sólo hay que ver la facilidad con la que Sabino Arana modificó a un movimiento fuerista que consideraba a los vascos cristianos viejos y españoles quintaesenciarios, hacia un secesionismo indigenista. Y sólo fue preciso una vuelta de tuerca semejante para que el minoritario nacionalismo asturiano encauzara a Pelayo, Covadonga y a toda la matraca franquista hacia la vertiente del “pueblo oprimido que resiste ahora y siempre al invasor”.
Sólo hay que ver cómo la temática propia del nacionalismo español más rancio es compartida con otras ideologías periféricas, o que éstas busquen un equivalente: el mito se conserva, sólo cambia su significación, es decir, el sentido político que se le da. Y una vez que un mito se ha asentado dentro de una sociedad, su interpretación política variará hacia la ideología que dicha sociedad posea de forma mayoritaria.
En España confluyen dos factores para que esto ocurra de forma especial, por un lado que el nivel de conocimientos en Historia es bajo y, por otro, que aquí la gente cree lo que quiere creer. Aquí la mayoría no se lee un periódico para buscar información, sino para que le cuenten lo que quiere oír. Y es que el valor de un mito (sea histórico o no) reside precisamente en la capacidad que tiene para dar sentido al mundo en el que se vive, o se quiere vivir. Si yo tengo tirria a los moros, aplaudiré el libro “España frente al Islam” de César Vidal, pues es el que dice la verdad –mi verdad- mientras que Claudio Sánchez Albornoz o Menéndez Pidal serán progres vendidos a lo políticamente correcto, por mucho que fueran de derechas, pues llegaron a afirmar (qué atrevimiento) que la sociedad hispanomusulmana era más refinada y culta que la nuestra.
Seguramente, la creencia de que Viriato fue zamorano no tiene más trascendencia que un mero acto de chauvinismo. Sin embargo, el regionalismo castellano (o castellano-leonés), en su vertiente más marcada, posee unos tintes melancólicos, crepusculares y milenaristas que se encuentran a la altura de todos nacionalismos periféricos: un pasado glorioso perdido a causa de un status quo político actual, que es completamente artificial, del que son responsables los XXX (léase lo que se tercie) que será reinstituido gracias a XXX (aplíquese lo más oportuno).
De nuevo, al igual que con Zamora, estoy poniendo este ejemplo al tratarse de un territorio que difícilmente puede considerarse “periférico”
En todo caso, mis anteriores comentarios no proceden de un análisis estructural de la ideología nacionalista, del tipo realizado por antropólogos como Juan Aranzadi. Estábamos hablando de mitos o falsedades objetivas, sin analizar la función que eventualmente puedan cumplir dentro de una ideología, que pueden ser rebatidos mediante un artículo en prensa de una página, que es lo que hace Pérez-reverte.
¿Y qué puedo añadir yo ante tanta sabiduría y tan bien expresada?
Da gusto leerlo, y más en una "discusión" entre personas con diferentes puntos de vista, pero cultos y sin extremismos, cuidando la Verdad Histórica y sin querer re-inventar la Realidad y el Pasado como hacen los acólitos del PP, del PNV o de ERC.
Comentarios
Joer, Edu, siempre te olvidas de los mismos.
:P
Quienes se están "inventando" una "nueva" Historia son los acólitos del PP ("la República era ilegal y acabó en 1934. El 'Alzamiento' sólo fue una forma de devolver la Justicia a la nación". "España existe como tal, con concepción de Estado, desde los tiempos de los Godos", etc).
Y los que se habían inventado una "nueva" Historia han sido los nacionalismos periféricos desde unos años a esta parte ("Cataluña fue un reino independiente". "Las vascongadas son un pueblo libre que siempre ha resistido al invasor español", etc)
¿De dónde sacas esas afirmaciones? Creo que lees mucho a gente que ha leído a Pío Moa y te crees lo que te dicen que "se dice" en la COPE...
:P
Pío Moa “1934: Comienza la Guerra Civil. El PSOE y la Esquerraemprenden la contienda” Editorial Altera, 2005.
Podría seguir con otros panfletos (llamarlos "libros" es insultar al Saber Universal) de ese autor o de César Vidal donde se siguen reinventando la Historia.
De unos cuantos de ellos me he leído la contraportada... Más que suficiente para conocer que son falsedades inventadas con el propósito de justificar lo injustificable.
¿Nos imaginamos por un momento que "revisionistas" alemanes empezasen a decir que el ascenso de Hitler fue una cosa necesaria para acabar con el paro y la inflación galopante que atenazaban tierras germanas?