Análisis del artículo anterior
Pasados ya unos días desde la fría publicación de los datos queu proporciona el Ministerio del Interior, he decidido hacer un análisis de los mismos.
En primer lugar, vaya por delante que rechazo toda violencia, y que creo que debería ser eliminada de nuestro comportamiento. No obstante, cualquier psicólogo o sociólogo dirá que, en un conjunto de personas, eso es imposible, y que lo único que cabe es mantenerla en unos niveles lo más bajos posibles.
Analicemos, en primer lugar, los homicidios dolosos (esto es: aquellos causados con la intención de matar) que se cometieron en España el año pasado: según las cifras recogidas en el documento ya citado, son mil ciento ochenta y dos (1.182). De esos, setenta y uno (setenta y uno) corresponden a mujeres asesinadas por sus parejas. Es decir: un escueto 6% de todos los homicidios que suceden en España ocurren con esa tipología concreta. En el caso de los varones son el 4.7% los que han sucumbido a manos de un familiar. Cualquier estudioso de la criminalidad afirmará, sin lugar a dudas, que el problema es sociologicamente irrelevante.
Ahora bien: desde mi firme creencia, ningún número es irrelevante, porque hablamos de VIDAS y de PERSONAS. Entonces ¿por qué se ha creado una ley injusta, que beneficia a la mujer sobre el varón en toda circunstancia? ¿Un 6% es motivo para una ley, pero un 5% no lo es? ¿Y qué pasa con el otro 90% de muertes violentas?
La injusticia de la ley está causando un efecto perverso, justo el contrario al que se quería lograr: cuando, ante una misma situación, un varón, por el simple hecho de serlo, carece de protección jurídica gratuíta, es discriminado social y economicamente y no dispone de ningún recurso a su amparo, puede acabar en la desesperación, y cometer barbaridades que, en un marco de igualdad jamás cometería.
La ley pasa por alto, además, el maltrato psicológico masculino, que existe, y en la misma o mayor medida que el feminino: ¿Cuántos hombres viven aniquilados moralmente por su pareja, que les recuerda todos los días que sus vecinos/primos/hermanos/cuñados son más guapos, más fuertes, ganan más dinero y tienen mejor trabajo que ellos? ¿Que aniquila su creatividad y su socialización con amenazas tan simples como irse de casa o tan complejas que no viene al caso enumerar? Sin duda, el porcentaje es el mismo pero ellos, simplemente, por el hecho de ser hombres, no existen.
Entonces ¿por qué aumente el número de hombres asesinados, mientras el de mujeres permanece constante? Seguramente, y eso es ya pensamiento propio, el hecho de que la televisión bombardee continuamente con "...y otra mujer asesinada" causa el efecto de miedo que lleva a muchas mujeres que realmente son maltratadas a acabar con su maltratador. Es curioso que, cuando un hombre mata a su esposa, es siempre un asesino, sin atender a las causas profundas. En cambio, cuando una mujer mata a su marido, normalmente encontramos causas eximentes...
En resumen: creo que la ley de la Violencia de Género es preligrosamente injusta, y que está causando el efecto contrario al pretendido. Creo igualmente que la violencia en el ámbito doméstico debe ser erradicada. Y creo que, si el legislador decide que darle una bofetada a tu pareja se pene con tres años de cárcel (que, desde mi punto de vista, pocos años son para quien agrede a quien le ama), no sé por qué si es la mujer la que agrede, todo se salva con 30 euros de multa y a casita.
Que conste, como conclusión, que no defiendo ni defenderé nunca el maltrato contra nadie. Y que si un mala bestia con ganas de atizarle a su esposa se cruzase en mi camino, más le valdría ser más fuerte y mas hábil que yo. Por la cuenta que le trae.
En primer lugar, vaya por delante que rechazo toda violencia, y que creo que debería ser eliminada de nuestro comportamiento. No obstante, cualquier psicólogo o sociólogo dirá que, en un conjunto de personas, eso es imposible, y que lo único que cabe es mantenerla en unos niveles lo más bajos posibles.
Analicemos, en primer lugar, los homicidios dolosos (esto es: aquellos causados con la intención de matar) que se cometieron en España el año pasado: según las cifras recogidas en el documento ya citado, son mil ciento ochenta y dos (1.182). De esos, setenta y uno (setenta y uno) corresponden a mujeres asesinadas por sus parejas. Es decir: un escueto 6% de todos los homicidios que suceden en España ocurren con esa tipología concreta. En el caso de los varones son el 4.7% los que han sucumbido a manos de un familiar. Cualquier estudioso de la criminalidad afirmará, sin lugar a dudas, que el problema es sociologicamente irrelevante.
Ahora bien: desde mi firme creencia, ningún número es irrelevante, porque hablamos de VIDAS y de PERSONAS. Entonces ¿por qué se ha creado una ley injusta, que beneficia a la mujer sobre el varón en toda circunstancia? ¿Un 6% es motivo para una ley, pero un 5% no lo es? ¿Y qué pasa con el otro 90% de muertes violentas?
La injusticia de la ley está causando un efecto perverso, justo el contrario al que se quería lograr: cuando, ante una misma situación, un varón, por el simple hecho de serlo, carece de protección jurídica gratuíta, es discriminado social y economicamente y no dispone de ningún recurso a su amparo, puede acabar en la desesperación, y cometer barbaridades que, en un marco de igualdad jamás cometería.
La ley pasa por alto, además, el maltrato psicológico masculino, que existe, y en la misma o mayor medida que el feminino: ¿Cuántos hombres viven aniquilados moralmente por su pareja, que les recuerda todos los días que sus vecinos/primos/hermanos/cuñados son más guapos, más fuertes, ganan más dinero y tienen mejor trabajo que ellos? ¿Que aniquila su creatividad y su socialización con amenazas tan simples como irse de casa o tan complejas que no viene al caso enumerar? Sin duda, el porcentaje es el mismo pero ellos, simplemente, por el hecho de ser hombres, no existen.
Entonces ¿por qué aumente el número de hombres asesinados, mientras el de mujeres permanece constante? Seguramente, y eso es ya pensamiento propio, el hecho de que la televisión bombardee continuamente con "...y otra mujer asesinada" causa el efecto de miedo que lleva a muchas mujeres que realmente son maltratadas a acabar con su maltratador. Es curioso que, cuando un hombre mata a su esposa, es siempre un asesino, sin atender a las causas profundas. En cambio, cuando una mujer mata a su marido, normalmente encontramos causas eximentes...
En resumen: creo que la ley de la Violencia de Género es preligrosamente injusta, y que está causando el efecto contrario al pretendido. Creo igualmente que la violencia en el ámbito doméstico debe ser erradicada. Y creo que, si el legislador decide que darle una bofetada a tu pareja se pene con tres años de cárcel (que, desde mi punto de vista, pocos años son para quien agrede a quien le ama), no sé por qué si es la mujer la que agrede, todo se salva con 30 euros de multa y a casita.
Que conste, como conclusión, que no defiendo ni defenderé nunca el maltrato contra nadie. Y que si un mala bestia con ganas de atizarle a su esposa se cruzase en mi camino, más le valdría ser más fuerte y mas hábil que yo. Por la cuenta que le trae.
Comentarios