Golpes de Estado
Ha muerto Pinochet. Y no me alegro. Visto lo que hizo en su país, me hubiera alegrado si hubiera muerto hace treinta y tres años. Pero ahora ya da igual. Muerto en su cama a los 91 años, después de hacer lo que mejor saben los tiranos: asesinar y robar.
Pinochet, recordémoslo, es una persona que se alzó contra el gobierno legítimamente elegido de su país, lo derrocó, asesinó a cuantos opositores pudo, se enriqueció ilegitimamente y fue, en general, pernicioso para Chile y para América del Sur. Cuesta pensar que alguien así tenga apoyos. Sin ir más lejos, hoy en la COPE han defendido sus actos, alucinen, señoras y señores, diciendo que era Allende el que había dado un Golpe de Estado...
Todo eso me hace pensar en que en España, en 1936, otro general dio otro golpe de Estado, aún más sangriento que el de Pinochet... Igualmente masacró a sus opositores, con aún más saña que el chileno y su represión duró 40 años. Del mismo modo que aquel, éste también terminó con el gobierno emanado de la voluntad del pueblo, con la Constitución vigente y con la legalidad existente, para reemplazarla por su tiranía sin medida.
Naturalmente, sus acólitos y defensores (cuesta creer que personajes de semejante calaña tengan defensores) también dicen que tuvo que actuar para salvar España de su disolución, de las hordas rojas y demás zarandajas. Obviamente, mentiras. Si Franco no se hubiera rebelado contra España, los radicales izquierdistas no hubieran tenido la oportunidad de alzarse en armas, dividiendo el país en tantos grupúsculos que la legalidad republicana no podía controlar.
Recordemos que las masacres, las "depuraciones", los "paseillos" de los rebeldes fueron mucho más habituales y organizados que los que ocurrieron en la parte leal, obra de incontrolados o de partidos, pero nunca del legítimo gobierno. Recordemos también que fueron los que bombardearon indiscriminadamente a la población civil de las ciudades que permanecían en zona republicana, tanto por tierra (como Madrid, que La Gran Vía se llamaba "la avenida del 15 y medio") como por aire (casos de Valencia y Barcelona, sobre todo esta última), ayudados por la aviación legionaria de Mussolini. Todos estos hechos son practicamente inexistenes (hubo algún caso aislado sobre Burgos, de escasísima consideración) por parte del legítimo gobierno de España.
Cuesta creer, pues, que quien se alzó en armas contra su país, puso en peligro la integridad territorial de España, aniquiló a quien se le oponía, causó un millón de muertos y dejó arruinada y atrasada España durante cuarenta años, tenga por parte de sus incondicionales argumentos como que "ya no existía democracia en España y había que hacer algo". Sin duda, lo que vino fue mucho mejor que lo que había ¿verdad, señor Vidal?
Pinochet, recordémoslo, es una persona que se alzó contra el gobierno legítimamente elegido de su país, lo derrocó, asesinó a cuantos opositores pudo, se enriqueció ilegitimamente y fue, en general, pernicioso para Chile y para América del Sur. Cuesta pensar que alguien así tenga apoyos. Sin ir más lejos, hoy en la COPE han defendido sus actos, alucinen, señoras y señores, diciendo que era Allende el que había dado un Golpe de Estado...
Todo eso me hace pensar en que en España, en 1936, otro general dio otro golpe de Estado, aún más sangriento que el de Pinochet... Igualmente masacró a sus opositores, con aún más saña que el chileno y su represión duró 40 años. Del mismo modo que aquel, éste también terminó con el gobierno emanado de la voluntad del pueblo, con la Constitución vigente y con la legalidad existente, para reemplazarla por su tiranía sin medida.
Naturalmente, sus acólitos y defensores (cuesta creer que personajes de semejante calaña tengan defensores) también dicen que tuvo que actuar para salvar España de su disolución, de las hordas rojas y demás zarandajas. Obviamente, mentiras. Si Franco no se hubiera rebelado contra España, los radicales izquierdistas no hubieran tenido la oportunidad de alzarse en armas, dividiendo el país en tantos grupúsculos que la legalidad republicana no podía controlar.
Recordemos que las masacres, las "depuraciones", los "paseillos" de los rebeldes fueron mucho más habituales y organizados que los que ocurrieron en la parte leal, obra de incontrolados o de partidos, pero nunca del legítimo gobierno. Recordemos también que fueron los que bombardearon indiscriminadamente a la población civil de las ciudades que permanecían en zona republicana, tanto por tierra (como Madrid, que La Gran Vía se llamaba "la avenida del 15 y medio") como por aire (casos de Valencia y Barcelona, sobre todo esta última), ayudados por la aviación legionaria de Mussolini. Todos estos hechos son practicamente inexistenes (hubo algún caso aislado sobre Burgos, de escasísima consideración) por parte del legítimo gobierno de España.
Cuesta creer, pues, que quien se alzó en armas contra su país, puso en peligro la integridad territorial de España, aniquiló a quien se le oponía, causó un millón de muertos y dejó arruinada y atrasada España durante cuarenta años, tenga por parte de sus incondicionales argumentos como que "ya no existía democracia en España y había que hacer algo". Sin duda, lo que vino fue mucho mejor que lo que había ¿verdad, señor Vidal?
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