Recordando el 23F

Cuando sucedieron aquellos terribles hechos, yo era muy pequeño. Recuerdo a mi padre con metido en el baño toda la noche, grabando cinta tras cinta con un pequeño magnetofón. Recuerdo la cara de miedo de mi madre, y la preocupación aún escrita en el rostro de mis profesores al día siguiente, en clase. Algunos de mis compañeros no acudieron ese día.

Pero era muy pequeño para saber qué estaba pasando. Para saber lo que estaba en juego y lo que quería decir todo aquello de "quieto todo el mundo" y "se sienten, coño", dicho por un infeliz con tricornio y bigote, pistola en mano. No supe hasta años más tarde que los blindados habían salido a la calle en Valencia, en apoyo del Golpe, pero sin embargo recuerdo a un rey vestido de verde, muy serio, hablando en la tele. Me dijeron que era una buena noticia.

También recuerdo una cámara de TVE (entonces no teníamos otra tele) que siguió emitiendo mucho tiempo. Y recuerdo que alguien con un traje gris con corbata se puso delante de esa cámara, para evitar que la rompieran, como otras que bajaron rodando por las escaleras del Congreso.

Fue una noche de mucho miedo para los adultos. Seguramente, en algún lugar, otros adultos estarían frotándose las manos de ilusión, pero eso no pasó en mi pequeño círculo.

Hoy han pasado 25 años. Ahora creo entender bastante bien lo que todo eso significó. Gracias a Dios, esa panda de traidores a España fracasó en su intentona.

Por cierto, hoy están todos en la calle (salvo alguno que está bajo tierra: no eran jóvenes precisamente cuando escenificaron su traición), aunque fueron condenados a muchos años de cárcel. Grandezas de la Democracia. Si hubieran logrado sus propósitos, muchos estaríamos en prisión por el mero hecho de poner ideas contrarias al Gobierno de turno, como se hace en este blog.

Regocijémonos y celebremos, pues, la victoria de España contra un hatajo de traidores y, como dijo Rousseau, podamos decir "no estoy de acuerdo con sus ideas, pero luchare a muerte para que pueda seguir diciéndolas".

Gracias a Dios, no parece que haya nada hoy, a pesar del clima político que provoca enfrentamientos verbales continuos y diarios, que pueda provocar otro golpe de Estado. Que sigamos muchos años en este blog diciendo lo que pensamos, y que ninguno tengamos que temer por ello.

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