¿Estamos locos o qué?
España es un país peculiar, nadie lo duda. Especialmente curioso es lo que pasa con la publicidad. Sea el anuncio que sea, siempre hay un colectivo que protesta. Ocurrió con el genial anuncio de "Bocattas" sobre lo dura que es la vida en el campo. Ocurrió con un anuncio-denuncia sobre la violencia contra los hijos en forma de intento de vender vaqueros. Ocurrió con otro anuncio de pantalones sin forma. Hoy he leído que una periodista ha puesto el grito en el cielo por cierto anuncio sobre un coche (creo que un volkswagen) que tiene cambio automático, y hay dos niños jugando a conducir. Pues bien, esa columnista al parecer ve una especie de lucha de clases, en la que el niño rico, que tiene el coche con cambio automático, humilla al niño pobre, que tiene que "cambiar" con la mano... ¿Se puede ser tan retorcido?
Claro que, a cambio, que un grupo de mujeres defenestren con resultado de muerte a un señor, para vender unas lavadoras y secadoras no merece la crítica de nadie. La mía tampoco, que conste. Me parece un anuncio gracioso. Pero ¿Y si un grupo de hombres hubiera arrojado al vacío a una mujer? Seguro que algún creativo estaba ya en la cárcel...
Y lo peor es que no es sólo en la publicidad. Aún recuerdo al pobre escritor al que quisieron demandar por "apología de la violencia doméstica" porque el buen hombre se le ocurrió escribir una novela corta desde el punto de vista del maltratador... O al autor teatral al que agredieron y quisieron quemarle el teatro por titular su obra "Me cago en Dios". Este segundo caso me llama poderosamente la atención, sobre todo porque siempre los más violentos resultan ser aquellos cuya religión predica el amor y la tolerancia. Religión que también es la mía, dicho sea de paso, aunque no vaya haciendo apología de ella, y que tenga ciertos "enfrentamientos" con las jerarquías eclesiásticas...
Resulta que, después de luchar contra ella, queremos volver a imponer la censura... Claro, "censura selectiva". Que yo diga que tal o cual energúmeno es un desgraciado al que hay que matar por el bien de la humanidad, es algo correcto. Pero si es mi rival quien dice eso de mí, entonces hay que censurarlo y ya de paso, meterlo en prisión.
Lo dicho... ¿estamos locos o que?
Claro que, a cambio, que un grupo de mujeres defenestren con resultado de muerte a un señor, para vender unas lavadoras y secadoras no merece la crítica de nadie. La mía tampoco, que conste. Me parece un anuncio gracioso. Pero ¿Y si un grupo de hombres hubiera arrojado al vacío a una mujer? Seguro que algún creativo estaba ya en la cárcel...
Y lo peor es que no es sólo en la publicidad. Aún recuerdo al pobre escritor al que quisieron demandar por "apología de la violencia doméstica" porque el buen hombre se le ocurrió escribir una novela corta desde el punto de vista del maltratador... O al autor teatral al que agredieron y quisieron quemarle el teatro por titular su obra "Me cago en Dios". Este segundo caso me llama poderosamente la atención, sobre todo porque siempre los más violentos resultan ser aquellos cuya religión predica el amor y la tolerancia. Religión que también es la mía, dicho sea de paso, aunque no vaya haciendo apología de ella, y que tenga ciertos "enfrentamientos" con las jerarquías eclesiásticas...
Resulta que, después de luchar contra ella, queremos volver a imponer la censura... Claro, "censura selectiva". Que yo diga que tal o cual energúmeno es un desgraciado al que hay que matar por el bien de la humanidad, es algo correcto. Pero si es mi rival quien dice eso de mí, entonces hay que censurarlo y ya de paso, meterlo en prisión.
Lo dicho... ¿estamos locos o que?
Comentarios
Recuerdo que pensé menuda se hubiera montado si hubiese sido al revés y un actor diese una palmadita en el culo a un tía anónima. Ya estaba viendo el desgarro de túnicas sobre el acoso y demás...