Depredadores urbanos
En Madrid la gente no sabe conducir. Eso es un hecho comprobado. He viajado un poquito por el mundo, y algo más por España, así que hablo con suficiente conocimiento de causa. En otros paises la cosa está todavía peor que aquí, pero curiosamente, todos entran dentro de lo que entendemos como "tercer mundo". En Colombia, Panamá, Egipto o China tratar de llevar un coche es un acto poco menos que suicida. Raro es que no haya más accidentes.
Pero España es, o debería ser, otra cosa. Y en gran medida, el conductor español es amable (dentro de lo posible). Estas en Zaragoza y es muy extraño oir el sonido de un claxon. Vas a Tenerife y los chóferes incluso se paran teniendo preferencia, si no tienen nadie detrás, para dejar que te incorpores (admito que eso es excesivo). Vas a Barcelona, y quien está al mando de un vehículo utiliza los intermitentes para cambiar de carril, cosa que hace de manera correcta y sin volantazos. Naturalmente, siempre hay un pequeño porcentaje de exaltados en cada ciudad. Pero son eso: un pequeño porcentaje.
Sin embargo, llegas a Madrid y.... ¡ay amigo! El caos y la locura. De hecho, no tienes que llegar a Madrid para reconocer a sus conductores: cuando en una autopista va un mendrugo a 90 km/h por el carril de la izquierda, casi seguro lleva la M en la matrícula (si el coche tiene unos años). Cuando un loco suicida adelante al anterior a 190 km/h ¡¡por la derecha!! también es claramente un madrileño.
Pero la cosa es todavía más terrible en la propia ciudad: los intermitentes sólo sirven para que los demás no te dejen pasar, así que es mejor prescindir directamente de ellos. En las autovías que rodean la capital, no existe el concepto "un carril para cada velocidad". Los utilizan indistintamente vehículos rápidos y lentos, provocando continuas situaciones de peligro. ¿Pasos de cebra? ¿Qué son pasos de cebra? En el mejor de los casos, una excusa para ver cuan rápido puede correr un peatón antes de atronarle con una elegante sinfonía de claxon. ¿Linea continuas? ¡Bah! Será que se han olvidado de dejar espacios alternos entre ellas.... ¡Así que adelante! ¡Adelantemos!
Si eres un motorista, entonces se supone que puedes avanzar por el carril contrario (hablo de vías como la Castellana), aunque te vengan de frente camiones y automóviles lanzados. Porque esa es otra... esos circulitos con un "50" dentro que hay en la ciudad deben indicar los días que faltan para iniciar una nueva obra. Desde luego, límites de velocidad no deben ser, porque nadie les hace caso. Y si tu se lo haces, naturalmente te obsequian con el atronador y molesto sonido de su bocina, ese instrumento del diablo. Por cierto ¿sirve para algo? ¿Por qué no hacen los vehículos sin bocina? La salud de los conductores ganaría varios enteros, al limitar sus enfados.
Y es que ese es el "quid" de la cuestión: el madrileño está perpetuamente enfadado, con o sin coche, pero dentro de éste, su furia no conoce límites. Es por eso habitual algo que no he visto en ningún otro lugar de España con tanta asiduidad: dos terroristas del volante que detienen sus vehículos a un lado de la calzada para mentarse a las madres y, en varias ocasiones, llegar a las manos... o a las barras anti-robo.
Hay muchos más detalles significativos de la conducción en Madrid, que la diferencian de todo lo que se hace en otros lugares de España, como los semáforos, donde el "rojo" significa "pase usted hasta que piten los que salen del otro semáforo", o el verde, que, si no estás en primera fila, significa que debes darle al claxon continua e irreflexivamente.
En fin, lo mejor que se puede decir del automovilista madrileño es "NO LO SEAIS".
Pero España es, o debería ser, otra cosa. Y en gran medida, el conductor español es amable (dentro de lo posible). Estas en Zaragoza y es muy extraño oir el sonido de un claxon. Vas a Tenerife y los chóferes incluso se paran teniendo preferencia, si no tienen nadie detrás, para dejar que te incorpores (admito que eso es excesivo). Vas a Barcelona, y quien está al mando de un vehículo utiliza los intermitentes para cambiar de carril, cosa que hace de manera correcta y sin volantazos. Naturalmente, siempre hay un pequeño porcentaje de exaltados en cada ciudad. Pero son eso: un pequeño porcentaje.
Sin embargo, llegas a Madrid y.... ¡ay amigo! El caos y la locura. De hecho, no tienes que llegar a Madrid para reconocer a sus conductores: cuando en una autopista va un mendrugo a 90 km/h por el carril de la izquierda, casi seguro lleva la M en la matrícula (si el coche tiene unos años). Cuando un loco suicida adelante al anterior a 190 km/h ¡¡por la derecha!! también es claramente un madrileño.
Pero la cosa es todavía más terrible en la propia ciudad: los intermitentes sólo sirven para que los demás no te dejen pasar, así que es mejor prescindir directamente de ellos. En las autovías que rodean la capital, no existe el concepto "un carril para cada velocidad". Los utilizan indistintamente vehículos rápidos y lentos, provocando continuas situaciones de peligro. ¿Pasos de cebra? ¿Qué son pasos de cebra? En el mejor de los casos, una excusa para ver cuan rápido puede correr un peatón antes de atronarle con una elegante sinfonía de claxon. ¿Linea continuas? ¡Bah! Será que se han olvidado de dejar espacios alternos entre ellas.... ¡Así que adelante! ¡Adelantemos!
Si eres un motorista, entonces se supone que puedes avanzar por el carril contrario (hablo de vías como la Castellana), aunque te vengan de frente camiones y automóviles lanzados. Porque esa es otra... esos circulitos con un "50" dentro que hay en la ciudad deben indicar los días que faltan para iniciar una nueva obra. Desde luego, límites de velocidad no deben ser, porque nadie les hace caso. Y si tu se lo haces, naturalmente te obsequian con el atronador y molesto sonido de su bocina, ese instrumento del diablo. Por cierto ¿sirve para algo? ¿Por qué no hacen los vehículos sin bocina? La salud de los conductores ganaría varios enteros, al limitar sus enfados.
Y es que ese es el "quid" de la cuestión: el madrileño está perpetuamente enfadado, con o sin coche, pero dentro de éste, su furia no conoce límites. Es por eso habitual algo que no he visto en ningún otro lugar de España con tanta asiduidad: dos terroristas del volante que detienen sus vehículos a un lado de la calzada para mentarse a las madres y, en varias ocasiones, llegar a las manos... o a las barras anti-robo.
Hay muchos más detalles significativos de la conducción en Madrid, que la diferencian de todo lo que se hace en otros lugares de España, como los semáforos, donde el "rojo" significa "pase usted hasta que piten los que salen del otro semáforo", o el verde, que, si no estás en primera fila, significa que debes darle al claxon continua e irreflexivamente.
En fin, lo mejor que se puede decir del automovilista madrileño es "NO LO SEAIS".
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